En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan describe una escena que trasciende el tiempo y el espacio: el juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-15). Imagínatelo: Un trono, brillante y puro, ante el cual huyen la tierra y el cielo. Se abren los libros, y los muertos, grandes y pequeños, se presentan ante Dios.

Este momento solemne es una realidad que todos tendremos que afrontar. Apocalipsis 20:12 declara: “Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el libro de la vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros”. El Libro de la Vida contiene los nombres de aquellos que han confiado en Jesucristo para la salvación.

La vaga y tenue esperanza de que Dios es demasiado bondadoso para castigar a los impíos se ha convertido en un opio mortal para las conciencias de millones.

La invitación que se les ha hecho es de profundo significado. Apocalipsis 20:15 nos dice: “Y todo el que no tenía su nombre registrado en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. ¡Sin embargo, hay esperanza! A través de la fe en Jesús, tu nombre puede ser escrito en el Libro de la Vida, asegurando la vida eterna con Dios. 

Romanos 10:9 nos asegura: “Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo”. Confiar en Jesús es la clave para tener tu nombre escrito en el Libro de la Vida, asegurando un futuro en el Reino Eterno de Dios. 

 No te demores. Abraza la gracia ofrecida a través de Jesucristo. Confiésalo como Señor y Salvador. Tu decisión de hoy determina tu destino para la eternidad.

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